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Mi clase de japonés

Gracias a Jessica que se portó genial conmigo en mis primeros días en Tokio y me sacó de mi estado de pardillo absoluto me apunté a unas clases gratuitas de japonés que se daban en el edificio del ayuntamiento de la ciudad de Taito (台東区市役所). Justo cuando me lo dijo no estaba muy seguro pero después de eso me pareció una buena idea, siempre es bueno tener una actividad o algo que hacer aunque estés en vacaciones, te ayuda a fijar los dias de la semana.

Me hicieron un pequeño examen y como andaba algo despistado todavía me acabaron colocando en un nivel algo inferior al que yo tengo realmente, pero eso en lugar de contrariarme me vino genial porque las clases me apetecían para mejorar mi nivel de japonés oral y si ya manejaba mas o menos la gramática que se daba en clase solo tenía que centrarme en hablar y escuchar al profe y a los compañeros.

Como yo era el único occidental se puede decir que adquirí cierta popularidad, de hecho siempre al final de clase se me acercaba alguien para charlar conmigo, cosa que muy lejos de desagradarme me gustaba mucho.

El profesor, el señor Ogawa desde el primer momento me cayó genial, además desde el principio demostró un gran conocimiento acerca de España, y es que al parecer ha venido por aquí mas de una vez y como anécdota diré que es amiguete del Nobel de Literatura Kenzaburo Oe.

En mi clase había chinos, coreanos principalmente luego había también una chica de Vietnam, otra de la India, un chico de Hong Kong y la traca un grupo de cuatro (tres chicas y un chico) de Taiwan muy graciosos que le daban mucha vidilla a las clases.

Lo pasaba tan bien que hice todo lo posible por no perderme ni una clase, y de hecho así fué y eso que mas de un día y quizás mas de dos hubiese preferido quedarme en la cama, como la mañana después del España-Suecia de la Eurocopa o irme de excursión a alguna parte pero al final siempre al pie del cañón.

En el segundo día, el profesor se trajo la cámara y nos sacó una foto que a la semana siguiente nos entregó y que he guardado de recuerdo de esos días tan divertidos y en los que además ¡aprendí algo mas de japonés!

 

 

 

 

 

 

Otro recuerdo que tengo asociado a las clases es el del hombre, un sinhogar que tenía su curtelillo cerca del edificio de las clases y con el que un día, al lado de un instituto donde los alumnos entrenaban voleibol, tuve una conversación del tipo:

El: -Interesante, ¿no?

Yo: -Ver deporte es mas descansado y a veces mas interesante que practicarlo.

Después de eso siempre echaba un rato de palique con él todas las semanas antes de entrar a clase. Este es el tipo de cosas que nunca haría por aquí.